Cuentos para leer durante un naufragio
Contar viene de "enumerar cantidades", que en esta escritura de Vallejo Aller son hechos, sucesos que parecen inventados para "contar" de nuestra realidad íntima y de lo mundano. Refieren sucesos de la fantasía del autor, habiendo en cada uno de ellos algo que nos puede asustar, pero a la vez sonsacan una sonrisa, y hacen reír, porque nos da una sorpresa al suceder algo que el lector no espera. Todo un tiovivo de personajes dará vueltas en esta colección de cuentos que hacen pensar. Seres imaginarios que representan la realidad: Un tigre, un gato, un niño, una abuela y otros que sorprenderán a quien al leer el libro se tope con ellos: la curandera Refugio, el cura don Avito, un Papá Noel, demonios y demás. Un asesinado, uno más en la ciudad inventada, y el asesino de las tijeras. Un estudiante de Derecho que deja la carrera. Los usuarios de un autobús son parte de una fauna humana que no solo entrelazan sus historias entre ellos, sino también con el espectador que imagina cada situación, a veces rocambolesca. Un protagonista de este conjunto de cuentos es la Muerte. Vallejo se ríe de esta, porque ella se descojona de las personas, acaba con todo y, nunca mejor dicho, hace que nada tenga sentido. Podemos concluir que la muerte es un cuento.
José Antonio Vallejo
Nació en León, ciudad en la que reside. Con no más de diez o doce años comenzó a escribir historias, que ilustraba él mismo, y poesías, muchas de las cuales fueron publicadas en la revista escolar del centro en el que se educaba. Niño y adolescente de carácter retraído e inseguro, comenzaba tímidamente a introducirse en los ambientes literarios de su ciudad cuando un comentario displicente de un destacado escritor de éxito por aquellos años, dueño del cotarro, le desanimó tan profundamente, que en adelante decidió reservar su obra a un muy reducido núcleo de amigos. Así, el que en una ocasión había sido calificado como «poeta hodierno» (el poeta de hoy), honroso título que públicamente le concedió su profesor de literatura con ocasión de su primer examen en la Universidad de Oviedo, pasó a ser durante muchos años «el poeta del silencio», como él mismo se definió. No fue hasta 2018 cuando, primero por impulso de su profesora de portugués, Concha López Jambrina, y más tarde por su amistad con la escritora Nuria Viuda, se decidió a dar a conocer su obra en el Ágora de la Poesía de León, en el Poetry Slam y en varias revistas y obras colectivas. Acudió por primera vez al Ágora de la Poesía de León en julio de 2018, acompañado por Piedad, su esposa, la cual fallecería repentinamente, en sus brazos, un mes después. La profunda herida que este trance causó en el alma del poeta se refleja nítidamente en toda su obra posterior.


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