Piedra de escándalo para la
mojigata sociedad victoriana cuando fue publicada originalmente en el Lippincotts
Monthly Magazine en junio de 1890, El retrato de Dorian Gray, que adoptaría su
forma definitiva como libro año año siguiente, narra la fábula, de raíz fáustica,
del individuo que explora en los rincones más oscuros de la existencia con
aparente inmunidad, protegido por un retrato que va asumiendo su degradación física
y moral. Articulada en torno a la dialéctica entre ser y apariencia, realidad e
imagen, vida y arte, Oscar Wilde (1854-1900) plasmó en ella la novela
esteticista por excelencia.
Oscar Wilde
Oscar Wilde (Dublín, 1854 – París, 1900), estudió en el Trinity College de
Dublín y, posteriormente en Oxford, donde permaneció hasta 1878. Allí recibió
el Premio Newdigate de poesía. Combinó sus estudios universitarios con viajes a
Italia y Grecia, al tiempo que publicaba en varios periódicos y revistas sus
primeros poemas.
En 1884 contrajo matrimonio con
Constance Lloyd, que le dio dos hijos. El éxito de Wilde se basaba en el
ingenio punzante y epigramático que derrochaba en sus obras, dedicadas casi
siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos. Asimismo, se reeditó
en libro una novela publicada anteriormente en forma de fascículos, El retrato
de Dorian Gray, cuya autoría le reportó feroces críticas desde sectores
puritanos y conservadores.
Su popularidad como dramaturgo se
acrecentó como obras como Salomé o La importancia de llamarse Ernesto, obras de
diálogos vivos y cargados de ironía. Su éxito se vio truncado en 1895, cuando
el Marqués de Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y
revistas acusándolo de homosexual. Wilde intentó defenderse sin éxito, pues las
pruebas presentadas por Queenberry daban evidencia de hechos que podían ser
juzgados a la luz de la Criminal Amendement Act. El 27 de mayo fue condenado a
dos años de prisión y trabajos forzados, a pesar de numerosas peticiones de
clemencia de importantes círculos literarios europeos. La sentencia supuso la
pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria.
Tras recobrar la libertad, cambió
de nombre (Sebastian Melmoth), emigrando a París, donde permaneció hasta su
muerte. Sus últimos años de vida se caracterizaron por su fragilidad económica,
sus quebrantos de salud, los problemas derivados de su afición a la bebida y un
acercamiento de última hora al catolicismo. Sólo póstumamente sus obras
volvieron a representarse y editarse.
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